martes, 9 de junio de 2020

Los hombres mueren más que las mujeres

          

          Los seres humanos, como el resto de seres vivos cumplen las tres fases de la vida: Nacer, crecer y morir. Normalmente, en la primera fase de la vida se suele cumplir una distribución equilibrada entre los dos sexos. Del mismo modo, la muerte también sigue la misma regla en su conjunto. Pero, es llamativo ver que las causas de la muerte no son para nada equitativas con los sexos. 


Tabla 1: Comparación media anual de defunciones accidentadas entre hombres y mujeres y su relevancia en las muertes totales



            Por lo general, sabemos que las muertes médicas (aquellas que tienen que ver directamente con la salud física del ser) mantienen ese balance, si bien hay enfermedades que son predominantes en los hombres, hay otras que atacan mayoritariamente a la mujer. En cambio, los muertes ajenas o externas son completamente desproporcionadas. Los datos de los hombres son peores respecto a los de las mujeres durante el ciclo de la vida, como se puede apreciar en la siguiente gráfica.

  Figura 1: Porcentaje de muertes externas respecto al total de muertes frente a  franjas de edad diferenciadas por sexos. (Entre 2007 - 2011)



          Y si comparamos el tipo de muerte externa, el hombre se muere más en todos los aspectos:


Figura 2: Arriba tasae* total por accidente. Abajo proporción de tasae de hombres entre tasae de mujeres



           Tasae: Sumatorio de tasas de mortalidad por edad (Europea) * Muertes en esa edad, en este caso, muertes accidentadas.



            Resulta alarmante las diferencias tan desproporcionadas en todos los aspectos, pero especialmente llama la atención los picos en los accidentes y en los suicidios. En estos casos, las muertes no siguen una relación homogénea entre sexos como las otras causas, sino que tienen repuntes en ciertas edades:  


Figura 3: tasa de muertes externas por edades de hombres y mujeres

       

          Como se puede ver en las muertes externas en su conjunto, las muertes entre los dos sexos parecen seguir una proporcionalidad, excepto en los que más diferencia hay. En los accidentes de tráfico mueren más jóvenes y ancianos especialmente barones. Los envenamientos tienen un repunte importante entre los 25 y 64 años y vuelve a subir a partir de los 75. El suicidio parece seguir una distribución uniforme en las mujeres, pero en los hombres cambia la pendiente a los 65 en una gran cantidad.

            Estos datos son muy relevantes y tienen justificaciones médicas, psicológicas y sociológicas: 

            Los accidentes de tráfico son más comunes en los principiantes de la conducción debido a que, por lo general, los barones disponen de una mayor conducta temeraria que las mujeres. Esto mismo también se refleja en las edades de jubilación. Pese a tener desventajas físicas debidas a la pérdida de reflejos o de visión, los ancianos insisten en conducir.

            Se considera muerte por envenamiento accidentado a toda aquella muerte relacionada con la inserción de sustancias tóxicas dentro del cuerpo que provoca una defunción. Aunque estas muertes sean relevantes, no hay estudios que se investiguen la relación entre la causa y el fallecido. Pero se aprecia en la gráfica que los hombres mueren radicalmente respecto a las mujeres prácticamente toda la edad adulta, teniendo el pico máximo a los 45 años aproximadamente.  

            El suicidio en personas mayores se debe a unos estados depresivos derivados de distintas situaciones. Principalmente la fase de envejecimiento suele estar acompañada de pérdidas de seres queridos, de soledad o incluso de la autopercepción de dificultades psico-motrices y físicas (Como no poder hacer deportes de alta intensidad, depender de medicamentos, tener dificultades para el aprendizaje, etc.). En el resto de etapas también se presentan trastornos depresivos, aunque se incluyen otros como la ansiedad y el estrés en la etapa adulta. 

            Las diferencias entre el suicidio se deben del mismo modo que en los accidentes de tráfico a que los hombres suelen tener conductas más temerarias. Es decir, el hombre con intenciones suicidas tiene más probabilidades de suicidarse que una mujer puesto sus acciones se guían más por su instinto que por la propia conciencia.

            Desde la perspectiva de salvar vidas, se toman medidas rigurosas para la prevención de muertes no accidentadas. En el caso de los accidentes de tráfico, se hacen múltiples campañas para concienciar a los conductores de la importancia de ir en buenas condiciones físicas y psicológicas para ir por la carretera, hasta el punto de castigar a todo aquel que no cumpla las normas con sanciones económicas. Por otro lado, para evitar los envenenamientos accidentados, se es muy estricto con el etiquetado adecuado en los productos nocivos para el cuerpo, con tal de que la persona no consuma ese producto. En cambio, pese a ser la principal causa de muerte accidentada en hombres y la cuarta en mujeres (tabla 1), el suicidio se trata como un tema tabú en la sociedad y no se le da la importancia que realmente tiene ni se enseñan herramientas para evitar este tipo de situaciones. Es fundamental invertir en campañas anti-suicidio si se pretende reducir el número de casos. 


Bibliografía


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