En la Edad Antigua (aprox. surgimiento de la escritura – Caída del Imperio Romano en el 476 d.C.)
la actividad estadística consistía principalmente en elaborar censos, tanto de población como de
tierras. El objetivo de estos censos solía ser facilitar la gestión de las labores tributarias, obtener
datos sobre el número de personas que podrían servir en el ejército (normalmente hombres de
ciertas edades) o establecer repartos de tierras u otros bienes. Todas las grandes civilizaciones:
Mesopotamia, Egipto de alguna mantera u otra hicieron recuentos de su población
En Egipto la actividad estadística comenzó con la Dinastía I, en el año 3050 a.C. Los faraones
ordenaban la ejecución de censos con fines similares a los que acabamos de describir. El
historiador griego Herodoto indica que algunos de los censos de riqueza y población se hacían
para planificar la construcción de las pirámides. El faraón de la Dinastía XIX Ramses II (1279 –
1213 a.C.) mandó elaborar un censo para establecer un nuevo reparto de tierras.
En China, en el año 2238 a.C. el emperador Yao manda elaborar un censo general que recogió
datos sobre la actividad agrícola, industrial y comercial.
En la antigua Grecia también se realizaron censos para cuantificar la distribución y posesión de la
tierra y otras riquezas, organizar el servicio militar y determinar el derecho a voto de los
ciudadanos.
Los censos y la actividad estadística tuvieron especial importancia en la antigua Roma. Durante el
Imperio Romano se establecieron registros de nacimientos y defunciones, y se elaboraron estudios
sobre los ciudadanos del Imperio, sus tierras y riquezas. El rey romano Servio Tulio (578 – 535
a.C.) elaboró un catastro de todos los dominios de Roma. Mandó crear un registro en el que los
propietarios debían inscribir sus fincas, personal de servidumbre, esclavos y bestias de tiro que se
poseyeran. Los censos se elaboraban cada cinco años.
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